El indescifrable mundo del fútbol Juan Moya

La cantera
28-02-2019
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Hace falta un proceso de formación y selección en las bases
Hace falta un proceso de formación y selección en las bases

En algunos casos, nos han criticado a los entrenadores de casa de que no queríamos a los chicos de la cantera, e incluso algunos periodistas y aficionados quisieron abanderar el tema sin saber absolutamente nada de ellos.
¡Claro que tenemos que trabajar para formar jóvenes canteranos! Pero hace falta un proceso de formación y selección en las bases. No se pueden sacar de la noche a la mañana jugadores competitivos. Los jugadores sin formación llegan muy verdes para rendir en superior categoría, con un aprendizaje muy light, sin compromiso y, en algunos casos, con muy pocos valores.
Según la normativa de la UEFA, un canterano es aquel jugador que haya pasado tres años o más en un mismo club, en el tiempo comprendido entre los 15 y los 21 años de edad.
A ningún aficionado al fútbol de la ciudad se le escapa que algunas directivas que pasaron por el club gastaron demasiado dinero en fichajes que resultaron poco rentables a nivel económico e incluso deportivo. Por otro lado, permitieron entrar en puestos directivos de responsabilidad a personas incompetentes que, buscando beneficios personales, acabaron hundiéndose a sí mismos y al equipo que gestionaban, dejándolo sumido en una crisis económica importante.
Hay que reconocer que pocos pensaron en confeccionar un proyecto de futuro a medio plazo en el que tuviera una gran relevancia la cantera. Año tras año, se buscó reforzar las plantillas con jugadores de nivel contrastado que aportaran un valor añadido a la calidad del equipo, dejando de lado la cantera. Solo ante grandes crisis económicas, y cuando no se pudo pagar importantes cantidades para contratar a jugadores contrastados, se acordaron de ellos.
De verdad, ¿es posible que nadie pueda darse cuenta de que un jugador de la cantera apenas cuesta dinero?, ¿que cuando inicia su carrera profesional tiene un sueldo bajísimo?, ¿que no necesita adaptación a la ciudad ni al estilo de juego, porque está completamente adaptado?, ¿o que si este se valoriza durante la competición, el club puede llegar a venderle sacando una gran rentabilidad? Se necesita, de una vez por todas, un proyecto de futuro para la búsqueda y formación de jugadores canteranos.
Durante las temporadas 2012-14, el club andaba casi sin rumbo. Las deudas cada vez eran más grandes y no había dinero para contratar a jugadores de nivel. Teníamos que confeccionar una plantilla con el 75 % de jugadores de la cantera, ¡pero no teníamos cantera!
Me reuní con el coordinador de las bases y con los técnicos que dirigían equipos filiales en categoría nacional para presentarles un proyecto y un modelo de juego para formar a jugadores de casa.
Uno de los aspectos más importantes o el más importante de aquel proyecto y al que íbamos a dedicar mayor tiempo iba orientado hacia LA CANTERA, pero para ello, necesitábamos la absoluta colaboración de todos los clubes implicados, pues esto iba a ser un trabajo de todos.
La idea era que si lográbamos pasar todos los años 2-4 jugadores al primer equipo, todo el trabajo invertido en nuestro compromiso con la cantera sería compensado y, además, abarataríamos cada año la primera plantilla y conseguiríamos, en 3-4 años, que la mayoría del equipo estuviera compuesto en un 60/80 % de jugadores canteranos.
Contábamos en aquella temporada con equipos filiales en categorías más que aceptables para favorecer el final del último paso de formación (Juvenil Nacional y División de Honor del Gimnástico Melilla y Tercera División del Casino del Real).
A cada uno de los entrenadores le facilitábamos, desde la secretaría técnica, una atención diaria. La coordinación y entendimiento con todos ellos ayudaría a crear un ambiente de cercanía.
Cada entrenador tenía la libertad de utilizar a sus jugadores dentro de sus respectivos equipos como creyera conveniente, pero tenían la obligación de trabajar todos en la misma dirección que el equipo principal, en cuanto a sistemas, modelo de juego y acciones a balón parado.
Con esta idea, buscábamos el máximo rendimiento posible de los equipos, no tanto pensando en quedar mejor o peor clasificado en cada una de las competiciones, sino en la mejora de sus cualidades técnico-tácticas y su formación para conseguir el escalón superior.
La prioridad que los clubes y entrenadores filiales daban a los resultados inmediatos en estas categorías no debía ser relevante para nosotros. Por nuestra parte, el objetivo principal consistía en centrar nuestros esfuerzos en valorar las evoluciones de los jugadores en formación para seleccionar a los mejores.
Era comprensible aceptar que el primer objetivo del equipo de Tercera fuese mantener la categoría y que, para ello, tuviera que contar en sus filas con algunos elementos mayores de 23 años, pero eso no nos debía desviar de la idea común, que no era otra que sacar valores de la cantera, ser capaces de confeccionar una plantilla mayoritariamente de jugadores jóvenes de la tierra y abaratar los gastos.
Esta categoría y la de División de Honor nos ofrecían la posibilidad de que el jugador evolucionara y cumpliera el sueño de todo jugador local: «Llegar a jugar con el primer equipo de la ciudad». Para estimularlos, proponíamos que los chicos que iban destacando cada domingo con sus equipos subieran a entrenar con la primera plantilla, como premio a su trabajo.
No se trataba de abogar por un fútbol único de cantera ni discriminar al que venía de fuera. Con la contratación de jugadores foráneos/peninsulares, también comprábamos tiempo, mientras consolidábamos el proceso de formación y maduración de nuestros futuros jugadores canteranos.
La idea no era otra que trabajar como presente y a corto plazo con el primer equipo de Segunda B y como futuro a medio y largo plazo con la cantera.
Todos los entrenadores de los diversos equipos filiales de aquella reunión estuvieron de acuerdo con mi propuesta, excepto algunos de sus directivos, que prefirieron salvar la categoría antes de formar valores nuevos de la tierra.
El Athletic Club de Bilbao, seguramente, no hubiese podido subsistir en una Liga tan exigente como la Primera División si no hubiese sido por una apuesta firme del club, la implicación especial de los canteranos con el equipo de su tierra, y por los aficionados, que siempre sintieron una predilección especial por sus chicos, a los que ven como alguien que podrían ser sus hijos, sus hermanos, sus amigos y que juegan defendiendo unos colores que ellos mismos estarían dispuestos a defender. De ahí su lema en la escuela de Lezama: «Con cantera y afición, no hace falta importación».